(RE) AMAR LOS MUSEOS en tiempos de Tinder

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Hiscox España
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El pasado mes de noviembre bajo el epígrafe “Repensar los museos” tenía lugar en la pinacoteca Thyssen-Bornemisza el III Congreso Internacional de los Museos en la Educación, que se ha convertido en referencia del sector y en donde se intercambian nuevas ideas sobre la educación en este ámbito del arte.

Valiosas conclusiones se extraen cada año de este encuentro entre grandes profesionales que tienen entre sus preocupaciones hacer de los museos un lugar nuevo donde quepamos todos, incluidas las recientes invitadas a la función; las ya omnipresentes nuevas tecnologías.

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Panel instalado en el Museo Thyssen para que el visitante deje sus ideas.

Aun así, llama a la atención el hecho de que sigamos insistiendo en la idea verbal de que al museo hay que pensarlo, y no sentirlo. Hablar de emociones sigue siendo un tabú, una suerte de cursilería que se hace extensible incluso a los museos. Reamar en lugar de repensar, volver a enamorarse de estos continentes de arte en lugar de darle más vueltas a la masa gris. Tal vez lo que nos alejó tanto del gran público fue precisamente eso, reducirlo tan sólo al ámbito intelectual.

Pero ¿Quién osaría a hablar de amor, nada más y nada menos que a un museo, en tiempos de Tinder?

Mucho ha llovido desde aquellas citas a ciegas y para toda la vida, como también lo ha hecho desde la existencia de aquellos gabinetes de curiosidades o cuartos de maravillas del siglo XVI y XVII. Esos museos decimonónicos que apilaban obras de arte sin sentido alguno, casi como trofeos de caza, y en donde la pedagogía y el visitante como prioridad brillaban por su ausencia.

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Gabinete de Curiosidades de Cornelis van der Geest, en Amberes. Obra de Van  Haecht, maestro de Rubens.

Más bien diremos que ha sido una especie de diluvio universal donde poco de aquello se salvó y donde un nuevo orden ha surgido - en la esfera de los museos, se entiende-.

Las nuevas tecnologías, el surgimiento de la sociedad de la información y los nuevos canales de comunicación lo han transformado todo. Y la cultura no iba a ser la excepción.

Un matrimonio muy bien avenido que ha conseguido reelaborar la relación del público con los museos y las instituciones culturales. Ahora la reina de corazones es la interacción y el usuario el protagonista, cuando antes éste no era más que un ente silencioso que acataba normas, tendencias y hasta los gustos de las grandes instituciones culturales.

Un usuario que hoy no se separa de su Smartphone, atestado de APPs de dudable utilidad, pero que como en las aplicaciones de las nuevas citas del siglo XXI, a veces y sólo a veces, logran conectarte con el verdadero amor en términos museológicos (el resto suelen ser una cadena de despropósitos, en ambos sectores).

De esos casos de éxito en los  el que las nuevas tecnológicas y cauces de comunicación ayudan a reconectar con los sentidos y recuperar la fe perdida, encontramos unos cuantos ejemplos de re-enamoramiento cultural exitoso.

EL LACMA y su cuenta de Snapchat.

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Imagen del Snapchat del LACMA

El LACMA (Los Angeles County Museum of Art) es uno de los pocos museos que pueden jactarse de haber logrado un flechazo con el público juvenil.

El culpable, además del hecho de ser el mayor museo de arte de toda la Costa Oeste de los EEUU y que su colección sea casi una enciclopedia de las grandes etapas del arte de la humanidad -arqueología asiria, egipcia, griega, romana, e incluso contemporánea-, es su cuenta de Snapchat.

Han logrado acercar el arte a los más jóvenes sacando su colección a pasear, creando contenidos desternillantes y usando como gancho su propio lenguaje y el cebo de las  RRSS. Un flechazo, como decíamos, con base en lo emocional, tocando la fibra sensible del humor y conjugándolo con la cotidianidad de la utilización de sus dispositivos móviles y su difusión a través de redes sociales.

La Tate Modern y su fiesta de Gif`s (Londres)

Pero el LACMA no es el único que dispara flechas. Antes del LACMA ya estuvo allí la siempre osada y pionera Tate Gallery, que el año pasado y advirtiendo el éxito de este binomio de RRSS, museos, público juvenil y humor, ya obraron en consecuencia y celebraron la llamada ‘Fiesta GIF de 1840’.

Para ello invitaron a una serie de artistas digitales y expertos en videojuegos de entre 18 y 25 años para que actualizasen las obras de una sala con piezas del siglo XIX, convirtiendo sus cuadros estáticos en GIFs en movimiento.

Gran éxito el suyo, aunque como en el caso del LACMA, su gran error es no haber sabido potenciar más la información de las obras de arte customizadas, trivializándolas en parte, para lograr el enganche de esos tan ansiados futuros amantes del arte.

OUTING PROJECT: Del museo a la calle.

Las redes sociales han abierto una nueva dimensión para la creación y la relación, permitiendo diversificar los puntos de contacto y establecer conversaciones entre museos, artistas, creadores, instituciones y usuarios.

Si la economía de la nube ha convertido los productos culturales en servicios, los medios sociales han permitido profundizar y enriquecer la experiencia entre el público y los creadores, haciendo la cultura más abierta y participativa. Y esa participación de la que hablamos es la que ha logrado maravillas como el Outings Project.

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Museo de Dijon. Francia

El proyecto que en su base es sencillo, ha logrado una difusión del arte a nivel mundial al sacar a la calle las obras más desconocidas o menos populares de los museos y convertirlas en protagonistas. Fotografiar una obra de arte con un teléfono móvil en el museo, imprimir en buena calidad y pegar en los muros de la ciudad. El resto lo hacen los viandantes inconscientemente al difundirlo con sus fotos a través de RRSS

Como hablamos de emociones, os dejamos que el artífice del proyecto, Julien de Casabianca os enganche con su historia y con sus propias palabras:

“Es una historia de cuento. Yo estaba en el Louvre y mientras una gran masa   se arremolinaba en torno a la Gioconda, yo no podía dejar de observar a una princesa abandonada a quien nadie miraba. Así que actué como el príncipe azul y la liberé de su castillo. La fotografíe, la imprimí en gran tamaño y la pegue en la calle”.

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Obra sacada a la calle del Museo de Dijon. Outings Projects

¿Edulcorado? Si, pero tremendamente efectivo.

El Prado y su aliado musical, Radio 3.

No eres un buen enamorado si no has llorado a solas y a jarillas escuchando el “I can’t live de Maria Carey”.

Exacto, la música, la gran conectora universal de emociones de todas las artes inventadas por el hombre, sirve de gurü  para guiar el arte

Esta es la premisa que parece querer cumplir el Museo del Prado al aliarse con el gran ente musical de la la cultura en nuestro país: La cadena nacional de radio, Radio 3. Si la pinacoteca española por excelencia se ensalza en el pódium de lo más granado de nuestra cultura, radio 3, debería ser en muchos aspectos, Patrimonio Nacional.

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”El viaje de los sentidos” del Museo del prado y Radio 3.

Juntos han confeccionado “El viaje de los sentidos”, diez rutas por sus obras clásicas, acompañadas de músicas contemporáneas seleccionadas por algunos de los especialistas musicales de Radio 3, para ver o redescubrir el Prado con otros ojos (u oídos). Aunque pensadas  para desatar los sentidos mientras paseas las salas rebosantes de arte, la web incorpora además recorridos virtuales con los temas seleccionados por la cadena de radio

La plataforma de música Spotify es la elegida para atesorar las listas de reproducción que han inspirado a los expertos musicales de radio 3, mientras que la web del Prado ofrece la descarga de los recorridos por el museo, la selección de las obras en mega alta calidad para no perderse el mínimo detalle y una información copiosa sobre la obras (que además incorpora la joya de la nueva web: la predicción semántica, que sugiere resultados relacionados con las búsquedas)

EL VAN GOGH MUSEUM SE VA DE VIAJE.

La sociedad de la información de la que formamos parte, obliga al museo por ejemplo, a aceptar nuevos canales de comunicación, incluso a expandir sus fronteras físicas. Tomando al pie de la letra los famosos preceptos de desplazamiento de Mahoma y la montaña, el Van Gogh Museum se traslada, literalmente, y con toda su arsenal de nuevas tecnologías y Realidad Virtual, a China. Y esto es lo que sucede. 

La dirección del museo ya no tiene el control absoluto sobre la opinión que el público tiene sobre la institución como antaño ocurría y las redes sociales han servido de celestina para obrar el milagro de la conexión con el usuario.

Ahora falta perspectiva histórica para hacer balance sobre si esta relación es beneficiosa a largo plazo y duradera y si puede cerrarse como en los mejores cuentos -con perdices y todo- o si por el contrario será tan volátil y fugaz como un amor en tiempos de Tinder.