¿Son seguros los dispositivos wearables?

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Hiscox España
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Recientemente ha sido noticia la grabación y divulgación sin consentimiento de 329 interacciones de un hombre con mujeres a través de sus gafas Ray Ban Meta. Esto, ha devuelto mi atención al mundo de los wearables, de lo que tratará el artículo de hoy. 

Relojes inteligentes que ahora todos llevamos, pulseras deportivas, gafas con conexión, anillos que miden la calidad del sueño… Los dispositivos wearables han pasado de ser gadgets futuristas a formar parte del día a día de millones de personas y cada vez tenemos más fabricantes que se lanzan a este lucrativo nicho de mercado: Meta, Samsung, Aura, Apple, etc. Pero, como todo lo que está conectado, traen consigo una pregunta que no deberíamos obviar: ¿son seguros?

Más allá de lo útiles que puedan resultar para hacer deporte, recibir notificaciones o controlar nuestra salud, los wearables son una fuente continua de recopilación de datos personales. Y si esos datos no se gestionan adecuadamente, se convierten en una nueva puerta de entrada para ciberdelincuentes.

Muchos usuarios no son plenamente conscientes de la cantidad (y calidad) de información que estos dispositivos recolectan:

  • Datos biométricos: ritmo cardíaco, nivel de oxígeno en sangre, ciclos de sueño, o temperatura corporal, entre otros.
  • Localización GPS en tiempo real.
  • Rutinas diarias (a qué hora sales, vuelves, si vas al gimnasio, etc.).
  • Interacción con otras apps: calendario, correo, redes sociales.

Recordemos, además, que recopilan estos datos con una precisión envidiable. El Apple Watch, por poner un ejemplo, no ha sido reconocido como dispositivo médico por no superar algunas de las pruebas más estrictas, pero no porque no pueda llegar a medir con la precisión requerida.

En manos adecuadas, toda esta información puede ser útil. Pero, en manos equivocadas, puede ser extremadamente sensible.

Algunos de los riesgos más habituales son:

  • Rastreo físico: Algunos wearables permiten saber en tiempo real dónde estás. Si no configuramos bien las opciones de privacidad, esa información puede ser accesible por terceros no deseados. Recordemos el caso de las pulseras que, al ser usadas por militares en sus rutinas de ejercicios, revelaban la ubicación de bases militares secretas y de los recorridos de las patrullas.
  • Fugas de datos: Empresas de tecnología que almacenan estos datos pueden sufrir brechas de seguridad. Y no sería la primera vez que información sobre salud o localización de usuarios acaba filtrada o vendida.
  • Poca transparencia: Muchas marcas no explican con claridad qué hacen con los datos, durante cuánto tiempo los almacenan o con qué terceros los comparten. Algunas, incluso, permiten que compañías de seguros accedan a esos datos para ajustar primas, sin que el usuario lo sepa del todo.
  • Actualizaciones de seguridad inexistentes: Al tratarse de dispositivos pequeños, muchos wearables no se actualizan con la misma frecuencia que un móvil o un ordenador, lo que los convierte en puntos vulnerables si no reciben parches de seguridad.

¿Cómo podemos protegernos?

No se trata de renunciar a la tecnología, sino de usarla con más criterio. Algunas recomendaciones para usar wearables de forma más segura:

  • Revisa los permisos: antes de conectar el wearable con tu móvil o apps, asegúrate de que solo accede a lo necesario.
  • Desactiva la geolocalización si no la necesitas.
  • Actualiza siempre el firmware de tu dispositivo.
  • Lee (sí, léela) la política de privacidad del fabricante.
  • Utiliza contraseñas fuertes en las cuentas asociadas.

Lo llevas siempre contigo… pero, ¿lo ve alguien más?

La gran ventaja de los wearables —estar siempre con nosotros— es también su gran riesgo. Estos dispositivos saben mucho de ti y, si no controlas bien su configuración, tú podrías saber poco de lo que ellos comparten con otros. 

El mundo conectado avanza y los wearables son solo el principio. Pero, como con cualquier tecnología, la clave está en el equilibrio que supone aprovechar sus beneficios, sin perder de vista la necesidad de proteger lo más importante que tenemos en este entorno digital: nuestra información personal.